21 dic
2023

Urbanismo y tecnología en el siglo XXI


Antonio Jesús Alonso Timón

  • 1. Introducción

    Uno de los grandes retos que los gestores del territorio tienen delante es el de definir la dirección y la idea de las llamadas Smart Cities -las ciudades inteligentes-, más allá de los sensores y los datos. Este concepto tiene varias definiciones pero se refiere, sobre todo, al papel de la tecnología digital y el uso de los datos generados por sus habitantes en las ciudades del presente y del futuro. Este tema tan central, sin embargo, no es una solución por sí misma, sino una manera de obtener más datos y facilitar el trabajo a la hora de encontrar soluciones. Las futuras o actuales ciudades inteligentes se van a enfrentar con problemas nuevos y no tan nuevos, que no sólo se solucionan con la aplicación de tecnología y el análisis de datos. Pobreza, crisis de refugiados, la presurización social, inmigración, paro crónico, la contaminación (por tierra, mar y aire), exclusión social, estrés vital, cambio climático, abstencionismo, corrupción, control social, soledad, individualismo, o el envejecimiento son algunos de los problemas a afrontar y resolver en las zonas urbanizadas del territorio, o en un amplio sentido del concepto, los asentamientos urbanos.

    Ante todos estos nuevos o persistentes problemas, el urbanismo se encuentra en un proceso de reformulación de las técnicas, herramientas y postulados que utiliza.

    Desde la Carta de Atenas (1941) hasta ahora, las grandes directrices del urbanismo han sido la zonificación segregada por usos, las grandes zonas públicas separadas del viario urbano, y un espacio viario o de conexión sin lugar para el comercio o el encuentro, un simple espacio de paso, un no-lugar. Esta modernidad dio lugar a espacios urbanos sin personas, una idea completamente contradictoria con el concepto que hoy tiene la ciudad.

    Este urbanismo y la pretensión o creencia del crecimiento ilimitado, permitieron desarrollar dos tipologías de zonas urbanas en las que actualmente podemos encontrar la mayoría de problemas antes mencionados. Estos dos tipos son los polígonos de vivienda y el urbanismo disperso, productos de la concepción apuntada.

    La crítica que formula Jane Jacobs hacia este tipo de urbanismo durante los años 50 y 60 fue una de las pocas voces que, aparte de los movimientos vecinales, pusieron un punto de duda en este urbanismo de crecimiento planificado y segregado[1]. La visión de Jacobs, la construcción de un relato urbanístico mediante la observación del transcurrir de la vida en diferentes barrios de grandes ciudades estadounidenses, promueve un urbanismo más centrado en las personas y en el uso de todos los espacios públicos por parte de sus ciudadanos. También de esta manera actuaron los movimientos vecinales de la Barcelona de los 70, a través de las necesidades de las personas que viven en ella. Seguramente, la diferencia es que Jacobs fue más allá y describió las problemáticas futuras de los nuevos barrios y de la segregación barrio-infraestructura-servicio; predicciones que resultan irrefutables hoy en día[2].

    Tomando como ejemplo Barcelona, la destrucción de la ciudad informal en Barcelona y su sustitución por barrios aislados de polígonos donde no hay mixtura y que han acabado siendo las zonas con mayores problemas sociales y económicos de la ciudad son algunos ejemplos. En cambio, otras zonas de nivel económico bajo, donde se pusieron en marcha proyectos de reforma o renovación desde otra visión urbanística, se convirtieron en verdaderos barrios, con una mayor cohesión social y más comercio. En definitiva: barrios agradables y vitales. Un ejemplo de éxito de este otro urbanismo fue la adecuación y cubrimiento de la Riera d'Horta en 1992, la que actualmente se conoce como Rambla Prim. Este proyecto surgió de la reivindicación vecinal, que poco tenía que ver con el gran urbanismo barcelonés de la época, más preocupado por la monumentalización de la periferia y la desindustrialización que en las herramientas de renovación o reforma urbana.

    Cabe destacar, sin embargo, en este periodo una nueva herramienta, surgida del Plan General Metropolitano de Ordenación Urbana (1976): los Planes Especiales de Reforma Interior. Esta herramienta de planeamiento está pensada para la mejora, reforma y renovación del tejido urbano existente y de sus infraestructuras o equipamientos, rehuyendo de las grandes actuaciones, grandes promociones o grandes nuevas infraestructuras. Sin embargo, no se consiguió el objetivo, puesto que la influencia de este urbanismo de las grandes obras también llegó a los Planes Especiales de Reforma Interior (PERIs). SE puede poner como ejemplo el desarrollo del Plan Central del Raval, es decir, el derribo de una parte del barrio y construcción de la Rambla del Raval.

    Después vinieron los grandes años de la burbuja inmobiliaria, la desaparición del parque público de vivienda, y la aparición de los Planes de Acción Integral (PAIs) valencianos, y de las áreas residenciales estratégicas (AREs) en Catalunya. Un ciclo que se cierra o se abre, según se mire, con más proyectos de reforma y renovación de espacios, o apertura a otros usos: los programas de mejora del tráfico (peatonalización) de los centros urbanos, los grandes equipamientos dentro de las ciudades, y las estrategias de conexión entre barrios (cubrimiento de vías y generación de espacios urbanos continuos).

    Finalmente, la falta de proyecto o herramientas planificadores útiles ante la crisis del modelo hicieron surgir otras voces, provenientes de muchas otras disciplinas más allá del urbanismo, que claman por una nueva manera de hacer ciudad. Una ciudad mucho más centrada en sus habitantes y sus problemas que en la planificación urbanística, la de las líneas, los dibujos y los grandes proyectos de zonas y zonificaciones. Un urbanismo basado también en los datos, un urbanismo de oportunidades, y sobre todo, un nuevo urbanismo, flexible y resiliente, capaz de afrontar los cambios y los nuevos retos, con adaptabilidad, con contornos abiertos y zonas de conexión urbano-rural, capaz de estar en un tiempo indefinido de manera productiva y sin rotura social ante un cambio económico.

    A destacar, por precursores y dentro de un ámbito territorial y cultural cercano, serían los trabajos de Zaida Muixí y Jordi Borja sobre el diálogo y la necesaria conexión del espacio público y los ciudadanos[3], las reflexiones de Oriol Nel·lo sobre urbanismo, cambios y crisis[4], o el trabajo de reflexión de David Estal, Ramon Marrades y Chema Segovia, donde, desde un punto de vista transversal, se incorporan disciplinas como la economía, la sociología, la agricultura así como conceptos como las estructuras preexistentes, la resiliencia de las ciudades, o las alternativas de usos de un mismo espacio según las necesidades de las ciudades o de sus ciudadanos, son los puntos fundamentales que nos llevan a este cambio de método del urbanismo[5].

    Hoy en día, estamos, por tanto, ante una nueva forma de entender el urbanismo, con objetivos como la contención, la renovación, los usos alternantes, la eficiencia, la sostenibilidad del modelo y las necesidades de quienes habitan el espacio. Se puede afirmar que, después de mucho tiempo, se empieza a vislumbrar un nuevo urbanismo, que tiene en cuenta el proceso vital de las personas y las épocas, y no unos objetivos finales futuros, que, como toda predicción, nunca son como se esperan.

    El urbanismo del futuro es consciente de la limitación de recursos económicos, energéticos, hídricos, y también de suelo. Consciente de las necesidades sociales reales, del derecho a la vivienda digna y los entornos de calidad, de la necesidad de igualdad de oportunidades y de lograr un desarrollo sostenible. Y tiene que estar preparado también para hacer frente al largo plazo, los cambios sociales actuales y por venir, las nuevas profesiones y tecnologías, el big data, la inteligencia artificial y las comunicaciones. La Nueva Agenda Urbana, documento aprobado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible (Hábitat III), celebrada en octubre de 2016 en Quito, entre muchos otros acuerdos y compromisos, hace referencia a lo que se está comentando, a potenciar la formulación de estrategias de desarrollo urbano que tengan en cuenta la necesidad de orientar el crecimiento urbano dando prioridad a la renovación urbana mediante la planificación de la provisión de infraestructuras y servicios accesibles y bien conectados, consiguiendo densidades demográficas sostenibles y el diseño compacto y la integración de nuevos barrios en el entramado urbano, impidiendo el crecimiento urbano desmedido y la marginación.

    El objetivo se centra, por tanto, en el cambio de paradigma para superar un modelo urbanístico, pensado para otra época y otros problemas y que no responde hoy a las necesidades sociales. Las denominadas Smart Cities son un ejemplo paradigmático de la apuesta por este nuevo modelo en que el ciudadano se sitúa en el centro de la actividad urbanística y constructora y en el que el fin últimos es favorecer el desarrollo de actividades sostenibles que supongan una mejora en el bienestar tanto de los residentes como de los visitantes en unas ciudades que ya absorben un 56% de la población mundial y que, ante las previsiones de que dicho porcentaje aumente en las próximas décadas, deben ofrecer espacios de confort para que la vida en ellas no se convierta en un infierno. Las nuevas tecnologías pueden ser una herramienta útil para lograrlo.

  • 2. ¿Qué son las Smart Cities y qué les define?

    Las ciudades inteligentes son aquellas que utilizan la tecnología para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y la eficiencia de los servicios públicos. La integración de la tecnología en el urbanismo implica la utilización de sensores, sistemas de información y comunicación, y la automatización de procesos para optimizar el uso de los recursos y mejorar la seguridad y el bienestar de los ciudadanos.

    Tecnologías como la inteligencia artificial o el análisis del big data han llegado para transformar las urbes en ciudades inteligentes. Y es que la modernización de los espacios gracias a la innovación tecnológica es ya una realidad.

    Así, las ciudades usan tecnología de alto impacto para crear áreas más eficientes y seguras en materia de seguridad electrónica, movilidad o consumo eficiente de energía.

    Pero ¿qué características definen a las ciudades inteligentes?

    Desarrollo de infraestructuras sostenibles

    Las Smart Cities usan inteligencia artificial para recolectar información de sus habitantes y así administrar eficientemente los recursos. Con estas bases de datos prevén sucesos o comportamientos que posteriormente pueden evitar. Además, también se apoyan en el internet de las cosas (IoT) para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.

    La infraestructura de las ciudades inteligentes está pensada en la evolución de las urbes. Es decir, en el desarrollo de una infraestructura que se adapte al cambio medioambiental, que aporte a la producción energética y se oriente a las nuevas tecnologías. Así, ciudades como Nueva York son ejemplo de la inclusión de Smart Buildings (construcciones con domótica, arquitectura optimizada y autosuficiente) y Smart Grids (redes de distribución eléctrica eficientes).

    Pero la infraestructura va más allá de las construcciones y su funcionalidad, pues se debe considerar la planeación de la ciudad en relación con el progreso y evolución urbana. Lo que se busca, sobre todo, es que sea de fácil acceso y simplifique la vida de los ciudadanos. La infraestructura, entonces, se convierte en la puerta de nuevas formas de desarrollo social y cultural.

    Mejora constante de la movilidad urbana

    Por otra parte, además de las infraestructuras que se acaba de comentar, las Smart Cities también tienen que estar preparadas para ofrecer soluciones eficientes en el terreno de la movilidad urbana, que es otro de los grandes problemas urbanos de nuestro tiempo. Así, una urbe preparada para solucionar sus problemas de movilidad es una ciudad que usa inteligencia artificial para el control y gestión del tráfico, obteniendo información en tiempo real para intentar anticiparse a los atascos, con el objetivo de mejorar la movilidad y reducir la congestión de las zonas más transitadas del área metropolitana. Con tales fines, algunas ciudades ya utilizan semáforos inteligentes programados con machine learning que son capaces de leer las condiciones de tráfico para mejorar el servicio.

    Por ejemplo, las ambulancias en China están equipadas con sistemas tecnológicos basados en inteligencia artificial e IoT que les permite moverse por la ciudad en caso de emergencias sin encontrarse con obstáculos de tráfico.

    Asimismo, En una Smart City, la red de transporte público permite conectar zonas fácilmente y en poco tiempo. De manera que quienes se movilizan ahorran tiempo.

    Asimismo, los medios de transporte se adaptan a las nuevas necesidades energéticas y medioambientales de las ciudades inteligentes. Muchos lugares, como Nueva York o Boston, restringen el tráfico de autos en determinadas zonas y le dan prioridad al peatón. Al mismo tiempo, los carros eléctricos se convierten en protagonistas, por lo que es necesario repensar la infraestructura con puntos de carga.

    Gestión eficiente de servicios públicos

    Poner en marcha soluciones inteligentes para optimizar el suministro de los servicios públicos es otra característica de las Smart Cities. Este reto contempla el respeto al medioambiente como eje principal de su acción, tratando de reducir el impacto ecológico de los servicios públicos que se prestan en el espacio urbano, como, por ejemplo, la recogida de residuos sólidos urbanos.

    Para ello, a través de inteligencia artificial, la ciudad debe procesar la información del uso y gasto de servicios tales como agua, basuras o energía para mejorar su eficiencia.

    De este modo, una vez analizados los datos, debe desarrollar métodos efectivos para eliminar sus residuos y reutilizarlos.

    Un ejemplo de lo que se comenta lo podemos situar en la ciudad de Dongtan (China), ciudad en la que el agua potable se usa para consumo y descargas sanitarias.

    Igualmente, una urbe inteligente debe proveer a la ciudadanía de sistemas para crear mejores hábitos de consumo, mejorar la gestión de los recursos y estimular el uso de energías renovables.

    Las ciudades del futuro son territorios que tienen como objetivo estratégico la prestación de servicios públicos sostenibles, eficientes y universales.

    Territorios seguros y protegidos

    Otro de los retos que afrontan las Smart Cities es el de garantizar la seguridad de sus ciudadanos.

    El crimen, que afecta el desarrollo de una ciudad, también se puede combatir por medio de innovación tecnológica. Es decir, las ciudades inteligentes deben asegurar la protección y tranquilidad de sus habitantes mediante la utilización de las nuevas tecnologías.

    De esta manera, una urbe segura posee cámaras de seguridad, vigilancia permanente e iluminación suficiente y sostenible. Cuenta con sistemas inteligentes de pánico, biometría e identificación facial para mantener el control sobre las situaciones y prevenir delitos.

    Además, los cuerpos de seguridad deben contar con formación constante, adaptarse fácilmente a la tecnología y priorizar su uso. De este modo, deberían disponer de las herramientas necesarias para tomar decisiones inteligentes y efectivas en tiempo real.

    Pero el desarrollo de las Smart Cities está planeado para ir más allá de lo imaginado.

    Por ejemplo, en la ciudad de Hutchinson (Kansas), AT&T puso en marcha un sistema con el que los telefonistas del servicio de emergencias 911 pueden ver la transmisión de la cámara del móvil de la persona que llama. Con esta herramienta han optimizado la atención y el tiempo de respuesta de una emergencia.

    Enfoque ecológico

    Todas las características de las ciudades inteligentes se piensan alrededor de la sostenibilidad y el respeto al medioambiente. Por ello, la finalidad última que plantean es la creación de espacios verdes, menor contaminación, la reducción de la huella de carbono y la conservación de la naturaleza.

  • 3. Los beneficios de implantar la tecnología en el urbanismo de una ciudad

    La utilización de la tecnología en el urbanismo de una ciudad puede tener numerosos beneficios. Podemos enumerar algunos de ellos, que están en relación con lo que se acaba de comentar en el apartado anterior:

    Eficiencia energética: la tecnología, mediante el análisis de datos y la inteligencia artificial, puede ayudar a optimizar el uso de recursos como la energía, reduciendo el consumo y promoviendo prácticas más sostenibles.

    Mejora de la movilidad: la integración de la tecnología en el urbanismo puede ayudar a mejorar el transporte público, fomentar el uso de vehículos eléctricos, implementar sistemas de transporte inteligentes y mejorar la gestión del tráfico, lo que contribuye a reducir la congestión y mejorar la calidad del aire urbano.

    Mayor seguridad: la tecnología puede ayudar a mejorar la seguridad en las ciudades a través de sistemas de vigilancia y monitoreo, sensores inteligentes, iluminación eficiente y sistemas de alerta temprana.

    Mejora de la calidad de vida: la implantación de la tecnología en el urbanismo puede contribuir a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, proporcionando servicios más eficientes, como la gestión inteligente de residuos, el suministro de agua potable y la automatización de tareas domésticas.

    Participación ciudadana: la tecnología puede facilitar la participación activa de los ciudadanos en la toma de decisiones en general y en la planificación urbana en particular, a través de plataformas digitales que permiten la colaboración y el intercambio de ideas.

    En resumen, estos beneficios contribuyen a crear ciudades más inteligentes, sostenibles y habitables.

    Además de todo el potencial de ahorro y respeto hacia el medio ambiente que promueven las ciudades inteligentes, estas tienen un margen de beneficio mucho más amplio que interesa conocer. Al promover un entorno más habitable, este tipo de ciudades promueven la captación de nuevos talentos y nuevos puestos de trabajo. Algo que, en definitiva, genera riqueza y despierta el interés de los inversores. En la corta experiencia que se deriva de la implantación de las nuevas tecnologías en el paisaje urbano podemos deducir que, allí donde se ha apostado por la creación de Smart Cities, se ha experimentado un mayor interés por parte de las personas por querer vivir y trabajar en ellas. También ha mejorado la capacidad de inclusión social de todos sus habitantes y los beneficios para la salud, al construir un entorno más favorable para nuestro bienestar.

  • 4. Los ámbitos más propicios para implantar la tecnología en las ciudades

    Las conocidas como TICs se pueden implementar en muchos de los ámbitos que día a día hacen que una ciudad funcione. Una vez identificados los ámbitos donde pueden producir mayores beneficios para la población, profundizaremos en los ámbitos en los que se pueden utilizar las mismas en el espacio urbano, con la finalidad de mejorar la vida de los residentes y de los transeúntes.

    Por ejemplo, en el ámbito de la sanidad, se está apostando cada vez más por la utilización de sistemas de telemedicina y telemonitorización que permiten tratar a pacientes y seguir su evolución mediante biosensores o dispositivos con biometría. No nos podemos olvidar tampoco de la teleasistencia, que permitirá una mayor independencia de aquellas personas que tienen enfermedades graves o que les dificultan la movilidad, las cuales pueden recibir atención médica en remoto cuando lo necesiten.

    Al margen de la sanidad, todos los servicios vinculados a la administración pública también pueden beneficiarse de las TICs mediante la creación de sistemas que permiten un intercambio de información mucho más fluido entre los distintos organismos de la administración y también de ésta con los ciudadanos.

    Ciudades como Nueva York (que gestiona más de un millón de llamadas al mes de sus ciudadanos), Berlín o Málaga han desarrollado procesos de integración de todos sus canales de comunicación (teléfonos, SMS, email y redes sociales) con el fin de agilizar la gestión de los servicios públicos y favorecer la transparencia informativa de cara a la ciudadanía.

    La proliferación de canales de comunicación asequibles a los ciudadanos, como las redes sociales, también permite a la administración abordar con mayor información el proceso de elaboración normativa. De hecho, no son pocas las iniciativas en desarrollo que, mediante el diseño de apps móviles o páginas web, permiten a los ciudadanos hacer propuestas y consultas a la administración o comunicar incidencias (caídas de árboles, problemas en las vías públicas, etc.).

    En relación a la administración y sus canales de información y comunicación, no podemos dejar de hablar del Open Data, un movimiento que defiende la circulación de información y datos de interés público sin ningún tipo de restricción. En este sentido, es interesante la iniciativa llevada a cabo en Londres, donde se ha creado el London Development Database, con toda la información de interés para los ciudadanos y empresas de la capital inglesa.

    La seguridad de las ciudades también tiene mucho que agradecer a las TICs en la actualidad y, probablemente, en el futuro. Como ya se ha comentado, las redes de videovigilancia con sensores de audio que permiten que las cámaras enfoquen hacia sonidos no habituales ya están dejando de ser una ilusión del futuro para convertirse en una realidad. Dejando aparte la controversia acerca del control jurídico y judicial de la utilización de este tipo de tecnologías, lo cierto es que las capacidades y posibilidades que de las mismas se pueden extraer, utilizadas de manera legal y fiscalizadas por el poder judicial, hacen que la mejoría de la seguridad ciudadana favorezca el bienestar de la población.

    El medio ambiente tampoco se queda al margen de las nuevas tecnologías en las ciudades inteligentes. Gracias a las TICs es posible la instalación de sistemas que permiten automatizar y hacer más eficaz la recogida de residuos, medir los niveles de CO2 y plantear soluciones a problemas de contaminación o conocer el estado de las playas. También, se pueden implantar sistemas de riego que aprovechan el agua de la lluvia y favorecen el ahorro de agua para el cuidado de jardines o parques. Ciudades como San Cugat del Vallés (Barcelona), Lleida, Vitoria o Santander ya cuentan con algunas de estas medidas.

    Las TICs también han entrado en nuestras viviendas. Los hogares españoles consumen un importante volumen de energía y electricidad, lo que hace que el parque inmobiliario español tenga un gran potencial de ahorro energético. La instalación de placas solares y la utilización de aplicaciones de ahorro de energía conectados a nuestros dispositivos móviles son ya una realidad que nos ayudan a controlar nuestro gasto y consumo energético. Teniendo en cuenta, además, las condiciones climáticas de nuestro país, que favorecen la distribución de energía a través de las renovables, las posibilidades de ahorro energético por la combinación de ambos factores son inmensas.

    Por último, como ya hemos tenido ocasión de comentar con anterioridad, en las ciudades inteligentes también hay hueco para sistemas tecnológicos que permiten conocer el estado del tráfico en una ciudad y que plantean soluciones a posibles problemas de movilidad urbana a través del uso de señales de tráfico inteligentes. Estos sistemas, impulsados por inteligencia artificial, pueden ajustar los tiempos de las señales en tiempo real según las condiciones de tráfico, reduciendo la congestión y mejorando el flujo de tráfico. Por ejemplo, Surtrac, un sistema de señales de tráfico impulsado por inteligencia artificial desarrollado por la Universidad Carnegie Mellon, se ha implementado en Pittsburgh (Estados Unidos), reduciendo los tiempos de viaje en un 25% y las emisiones en un 20%.

    Además, la inteligencia artificial se utiliza para predecir la congestión del tráfico. Así, utilizando datos de tráfico históricos e información en tiempo real de sensores y cámaras, los algoritmos de inteligencia artificial pueden pronosticar los patrones de tráfico e identificar posibles cuellos de botella. Esta capacidad predictiva permite a las autoridades de la ciudad tomar medidas proactivas para mitigar la congestión, como redirigir el tráfico o ajustar los tiempos de las señales.

    La inteligencia artificial también está revolucionando la gestión del tráfico mediante el desarrollo de vehículos autónomos. Los coches autónomos, impulsados por esta tecnología, pueden comunicarse entre sí y con los sistemas de gestión del tráfico, permitiendo un flujo de tráfico más suave y seguro. Pueden ajustar su velocidad y ruta en respuesta a las condiciones de tráfico en tiempo real, reduciendo la probabilidad de atascos de tráfico y accidentes.

    Además, la inteligencia artificial está mejorando la seguridad del tráfico al detectar y responder a incidentes de manera más rápida. Los sistemas de vigilancia impulsados por ella pueden identificar accidentes, averías u otros incidentes en la carretera, alertando a los centros de gestión del tráfico y a los servicios de emergencia en tiempo real. Esta respuesta rápida puede ayudar a despejar los incidentes más rápidamente, reduciendo la congestión y mejorando el flujo de tráfico en general.

    Pero el papel de la inteligencia artificial en la gestión del tráfico no se limita a las carreteras. También se utiliza para optimizar los sistemas de transporte público. Esta tecnología puede analizar datos de pasajeros para predecir la demanda, permitiendo que las autoridades de transporte ajusten las rutas y horarios en consecuencia. Ello se traduce en un uso más eficiente de los recursos y una mejor experiencia para los pasajeros.

    A pesar de estos avances, la integración de la inteligencia artificial en la gestión del tráfico no está exenta de desafíos. Problemas como la privacidad de los datos, la ciberseguridad y la necesidad de una inversión significativa en infraestructura son obstáculos importantes que deben abordarse.

  • 5. Principales desafíos de la implantación de la tecnología en el urbanismo de una ciudad

    La utilización de la tecnología en el urbanismo de una ciudad puede presentar varios desafíos. Algunos de los principales son:

    Financiación: la inversión en tecnología puede ser costosa y requiere un presupuesto adecuado. Muchas ciudades pueden tener dificultades para obtener los recursos necesarios para acudir al recurso de la tecnología en su infraestructura urbana. Es decir, estas nuevas herramientas tecnológicas que, como vemos, pueden ayudar a gestionar mejor la ciudad no están al alcance de todo el mundo.

    Infraestructura existente: en muchas ciudades, la infraestructura existente puede no ser compatible con la tecnología que se desea utilizar. Esto puede requerir una actualización costosa de la infraestructura existente para adaptarse a las nuevas necesidades tecnológicas.

    Falta de conocimiento: la implantación de estas tecnologías en el urbanismo puede requerir de habilidades y conocimientos especializados que no están disponibles en la ciudad. Esto puede requerir la contratación de expertos externos o la necesidad de tener que capacitar al personal ya existente.

    Privacidad y seguridad: la utilización de estas tecnologías puede plantear preocupaciones sobre la privacidad y la seguridad de los datos. Es importante garantizar que se tomen medidas adecuadas para proteger los datos de los ciudadanos y evitar cualquier violación de su privacidad, especialmente en el terreno de la seguridad ciudadana.

    Participación ciudadana: es importante involucrar a los ciudadanos en el proceso de implantación de la tecnología en el urbanismo para asegurarse de que sus necesidades y preocupaciones sean consideradas y abordadas adecuadamente.

    En resumen, la utilización de la tecnología en el urbanismo presenta varios desafíos, pero, con la planificación adecuada y la participación ciudadana, estos desafíos pueden ser superados para crear ciudades más inteligentes y conectadas.

  • 6. Algunos ejemplos de la tecnología utilizada en las ciudades inteligentes

    Sensores IoT: estos sensores permiten recopilar datos en tiempo real sobre el tráfico, la calidad del aire, la temperatura y otros aspectos importantes de la ciudad.

    Sistemas de iluminación inteligente: estas luces se encienden y se apagan automáticamente según las necesidades de la ciudad, lo que ahorra energía y reduce los costos.

    Sistemas de transporte inteligente: esto incluye sistemas de transporte público que utilizan tecnología para optimizar las rutas y reducir los tiempos de espera.

    Sistemas de gestión de residuos: estos sistemas utilizan sensores para monitorear el llenado de los contenedores de basura y optimizar la recogida de residuos sólidos urbanos.

    Aplicaciones móviles: muchas ciudades inteligentes tienen aplicaciones móviles que permiten a los ciudadanos informar sobre problemas en la ciudad, como baches en las carreteras o farolas que no funcionan.

  • 7. Algunos ejemplos de ciudades inteligentes

    Dubái: esta ciudad es un referente o ejemplo paradigmático de Smart City. Desde el año 2014 están desarrollando proyectos con un objetivo claro y ambicioso: convertirse en la ciudad más feliz del mundo (sic) a través del proyecto denominado Smart Dubai.

    Con el desarrollo de estos proyectos, Dubái ha conseguido liderar los avances en una edificación que le ha permitido crear espacios eficientes y seguros que ofrecen a sus visitantes experiencias impactantes.

    El citado proyecto Smart Dubái contempla que el 25% de la energía de la ciudad provenga de fuentes de energía limpia para el año 2030 y el 75% para el 2050.

    La principal misión es hacer de Dubái una friendly city, cuya visión impregna de manera significativa el proyecto de ciudad inteligente de este pequeño territorio, ya que buscan convertirse en una ciudad inteligente para los dubaitíes, pensando no sólo en sus residentes, sino en el bienestar de toda persona que visita la ciudad.

    Barcelona: esta ciudad fue considerada la ciudad más inteligente en 2015. Es, sin duda, una de las ciudades inteligentes más importantes de Europa. Desde 2012 utiliza tecnologías innovadoras para mejorar la vida cotidiana de sus residentes.

    La ciudad ha desarrollado tecnologías de respuesta e intercomunicación a través de varios sistemas, incluyendo el transporte público, la gestión de residuos, el alumbrado público, los sensores de ruido y el estacionamiento. Además, es una ciudad referente en tecnología y en la organización de eventos sobre Smart City, lo que muestra la preocupación, el compromiso y el interés por seguir liderando la senda que hace algún tiempo inició.

    El Ayuntamiento decidió convertir Barcelona una ciudad más inclusiva, productiva, autosuficiente, innovadora y orientada a la comunidad. La estrategia para convertirse en una ciudad inteligente empezó con el proceso de modernización como una forma de reforzar la marca de ciudad inteligente y convertirse en una referencia para todas las demás ciudades que buscan reorientar sus economías. La Smart City Expo y el Congreso Mundial, celebrados por primera vez en 2011, ayudaron a lanzar y promover esta apuesta por la innovación en el desarrollo propio como Smart City.

    San Francisco: esta es la ciudad tecnológica en la que miran el resto de ciudades del mundo por ser el centro mundial de la innovación y el mayor ejemplo de ciudad inteligente. En ella tienen su sede los gigantes empresariales que lideran la Transformación Digital en todo el mundo, como Google, Apple, Tesla o Facebook.

    La ciudad de San Francisco busca principalmente la calidad de vida de sus residentes teniendo en cuenta, por su propia ubicación geográfica y sus antecedentes, aspectos como los desastres naturales, el transporte urbano o el cuidado del medio ambiente. Como sabemos, San Francisco es la ciudad donde nació Silicon Valley, la cuna de la innovación, por lo que es una ciudad que siempre tiene mucho que aportar y donde hay mucho por aprender.

    París: es una ciudad que tiene un ambicioso programa aprobado para ser Smart City de referencia en el mundo en 2050. El ayuntamiento ha puesto sobre la mesa su preocupación sobre el medio ambiente y tienen como objetivo construir una ciudad verde, ecológica, sostenible y conectada a Internet. Su propuesta estrella son los Edificios y Torres Bioclimáticas, que generan energía descontaminante y renovable. El objetivo principal es luchar contra la contaminación y ofrecer a los parisinos un medio ambiente saludable y libre de polución.

    París, como indicamos, cuenta con este proyecto de investigación y desarrollo ambicioso denominado “2050 Paris Smart City”, que tiene como objetivo la integración de los edificios de gran altura y la potencia energética, a fin de reducir hasta un 75% las emisiones de gases de efecto invernadero.

    Esta estrategia se ajusta al marco del “Plan Climático de París” y busca luchar contra el fenómeno del aumento de la temperatura en las ciudades. De manera que, las torres devuelven la naturaleza a la ciudad y se integran en diseños de reglas respetuosas con el medio ambiente con un objetivo final: el reciclaje.

    Buenos Aires: la ciudad porteña recibió el premio a la Ciudad Inteligente de 2021 en el marco de la Smart City Expo World Congress.celebrado en Barcelona.

    Desde 2012, como proyecto más destacado, la capital de Argentina ha trazado un plan integral de gestión de los residuos sólidos municipales que promueve su reducción, fomenta su recogida selectiva y ha logrado reducir de forma constante la llegada de residuos a los vertederos locales. El objetivo principal del plan es desarrollar modelos de economía circular para cada corriente de residuos.

  • 8. Conclusiones

    • La introducción del uso de tecnologías como la inteligencia artificial, el big data o el internet de las cosas (IoT) en el urbanismo es un fenómeno novedoso que ya es una realidad en muchas grandes ciudades y que se irá ampliando cuantitativa y cualitativamente en los próximos años, incrementándose notablemente el número de Smart Cities en todos los continentes.

    • El uso de estas nuevas tecnologías ha demostrado tener efectos muy beneficiosos en la gestión de actividades críticas en el ámbito urbano.

    • Las externalidades positivas generadas por el uso de las nuevas tecnologías en el ámbito urbanístico hacen más atractivo para la población residir en las Smart Cities.

    • La aplicación de nuevas tecnologías para la gestión de las ciudades está cambiando la concepción del urbanismo y moldeando las herramientas urbanísticas para adaptarlas a las necesidades y los objetivos de una nueva época en la que la vida en las ciudades está cambiando de manera notable con la finalidad última de hacer la ciudad más sostenible y eficiente.

    • La utilización de las nuevas tecnologías con la finalidad de mejorar la calidad de vida de los habitantes de una ciudad y garantizar un desarrollo sostenible de la misma se encuadra perfectamente en la definición de urbanismo y los objetivos que esta disciplina persigue, por lo que no sólo no existe incompatibilidad sino la generación de sinergias que ya hoy podemos ver y disfrutar.

  • Notas

    [1] Jacobs, J. (1961): “Muerte y vida de las grandes ciudades”.

    [2] En los años 70, Barcelona experimentó varios movimientos vecinales relacionados con el urbanismo. Uno de los momentos más destacados fue la lucha contra el Plan General Metropolitano de 1976, que proponía transformaciones urbanísticas que afectarían a muchos barrios. Este plan generó resistencia y protestas por parte de diversas asociaciones vecinales. Un caso emblemático fue el movimiento vecinal en el barrio de El Raval. Los vecinos se organizaron para oponerse a proyectos urbanísticos que incluían la demolición de edificios antiguos y la reubicación de residentes. Estas movilizaciones fueron parte de un contexto más amplio de reivindicación de los derechos de los habitantes de los barrios afectados.

    [3] Muixí, Z. y Borja, J. (2000): “El espacio público, ciudad y ciudadanía”.

    [4] Nel-lo, O. (2015): “La ciudad en movimiento. Crisis social y respuesta ciudadana”.

    [5] Estal, D., Marrades, R., Segovia, J. M. (2014): “La ciudad construida: del plan urbanístico al proceso ciudadano”.